POR CIPRIÁN A. CABRERA BERNAT
La Monarquía católica —así se le llamó en su época a la monarquía hispánica— era un «conglomerado de reinos, provincias y señoríos unidos por la común fidelidad a un monarca» (Pérez Vejo, p. 15). España y las naciones hispanoamericanas aún no existían como Estado-nación: todas ellas surgieron como tales a raíz de una lucha civil originada en la falta de legitimidad y en el vacío de poder ocasionados por los sucesos de Bayona, Francia, es decir, las abdicaciones de Fernando VII y Carlos IV en Napoleón y de éste en su hermano José (Ibídem, p. 34).
La idea del Estado-nación como depositario de la soberanía fue creada para sustituir a la del monarca como sustentante de la misma, y se fue imponiendo a través de los acontecimientos. Pero los que se dieron en la Monarquía católica a raíz de los sucesos de Bayona ocurrieron, según Pérez Vejo, en un entorno de ideas todavía tradicionales y se presentaron como conflictos civiles, primero por la legitimidad y luego por la soberanía. Estas contiendas se fueron convirtiendo en luchas por las independencias y continuaron durante muchas décadas después de consumadas estas. Las naciones hispanoamericanas, y España misma como Estado-nación, se originaron en ellas. La contienda continuó al interior de cada una porque se trataba de dos visiones distintas sobre el presente y el futuro: una enraizada en el mundo hispánico y católico, y otra muy ligada a la cultura anglosajona y al jacobinismo; dos visiones diferentes que no excluían la búsqueda del progreso, aunque de distinta manera y a distinto ritmo. Dichas guerras civiles engendraron una violencia endémica en «todos los estados nacidos a partir del colapso de la monarquía, incluida la propia España» (Ibídem, p. 69), durante un largo período de tiempo.
La Monarquía católica —al igual que el Imperio austrohúngaro, el otomano y la Unión Soviética— implosionó, dando lugar a muchas naciones (Ibídem, p.88).
Pérez Vejo también señala que la contienda por la independencia de las naciones hispanoamericanas fue de americanos contra americanos (criollos contra criollos) y no contra peninsulares (capítulo 3), y considera que hablar de «los tres siglos virreinales, [es] un adjetivo más apropiado sin duda que el de coloniales» (p. 47).
Hubo un intento de modernización de la Monarquía católica realizado por los Borbones, sobre todo en la segunda mitad del siglo XVIII, en consonancia con lo que ocurría en Europa después de la Guerra de los siete años (1756-1763): «la imagen de la monarquía [católica] como un conglomerado de pueblos, ciudades, provincias, señoríos y reinos […] fue sustituida por una especie de monarquía dual, compuesta de una parte americana y otra europea» (Ibídem, p.172), donde la parte americana funcionaría como colonias y la parte europea como metrópoli.
«La guerra de los Siete años [fue] una especie de Primera Guerra Mundial avant la lettre, que marcó el comienzo de la hegemonía inglesa en el mundo, dejó al descubierto las debilidades de la Monarquía católica y dio el pistoletazo de salida para el nacimiento de un nuevo tipo de imperialismo que alcanzaría su máximo esplendor ya en la segunda mitad del siglo XIX» (Ibídem, p. 180).
Para terminar este Comentario, quiero referirme al movimiento de independencia que encabezó Hidalgo en el Bajío. Esta es una región de México (estados de Querétaro, Guanajuato y áreas aledañas) que según Pérez Vejo era la más rica de toda la Monarquía católica ("el corazón económico de la Monarquía", el cual, después del Movimiento "nunca recuperaría su lugar en la economía mundial", p. 199). Pérez Vejo parece atribuir el estallido a problemas de la desigualdad ("la crisis política hizo estallar viejas tensiones por el reparto de [...] recursos económicos", Ídem). Yo mencionaría que la Nueva España —y el Bajío en especial— recibieron fuertes golpes económicos de parte de la Monarquía en su etapa de las reformas borbónicas y que por ello había mucho resentimiento contra los españoles penínsulares ("gachupines"). También agregaría que el de 1810 fue un movimiento que se precipitó debido a una denuncia y, por lo mismo, se salió del control de sus organizadores. Ello explica muchas cosas: que fuese Hidalgo quien encabezara el movimiento y no Allende; el saqueo de la ciudad de Guanajuato; el asesinato de inocentes en Guadalajara; el tratamiento que aceptó Hidalgo de "Alteza Serenísima"; el retiro de la ciudad de México ya practicamente vencida; la ruptura entre Allende e Hidalgo y el aprisionamiento de éste por aquel y, en fin, el fracaso del Movimiento en su fase inicial y el sesgo que adquirió el mismo en fases posteriores.
Libro comentado Tomás Pérez Vejo, Elegía criolla: una reinterpretación de las guerras de independencia hispanoamericanas; México, Crítica, 2019 (primera edición 2010); 253 p.
El vacío de poder de 1808 creó un megaterremoto con muchas réplicas (reacomodos). En México duró 59 años. Hasta 1867.
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